Rapporto dell’azione cattolica sul comunismo in Spagna e uso ecclesiastico del presunto complotto comunista del luglio 1936, alla luce della nuova documentazione vaticana

Resumen

Informe de la Acción Católica sobre el comunismo en España y el uso eclesiástico del supuesto complot comunista de julio de 1936, a la luz de la nueva documentación vaticana

Algunos días después del alzamiento, los militares rebeldes empezaron a difundir la idea de que ellos habían impedido un golpe de mano comunista planificado para los días siguientes, refiriéndose a algunos documentos en sus manos. El que más aprovechó el arma del complot comunista fue el cardenal primate, Isidro Gomá. Como desde los sesenta se conocía el carácter apócrifo y no secreto de aquellos documentos, hasta la propaganda franquista dejó de acreditar su autenticidad. Sin embargo, quedaban pendientes ciertos interrogantes: ¿por qué las primeras proclamas de los militares rebeldes no hacen referencia a dicha amenaza? ¿Por qué se utilizaron tan sólo unos diez días después? Y sobre todo: ¿por qué fueron los obispos españoles quienes los utilizaron con más insistencia? La documentación vaticana permite ahora enriquecer el mosaico de nuevas teselas, pues consta que, a pesar de haberlos recibido, la Santa Sede no les atribuyó un significado especial. Posiblemente porque contaba con un informe detallado sobre el comunismo en España redactado por personalidades de la AC, que damos a conocer por primera vez, en el cual no se preveía ninguna acción revolucionaria para el verano de 1936. En el artículo mantenemos que el recurso tardío a la justificación de la sublevación preventiva (y a los apócrifos) se hizo necesario por el desenlace imprevisto del golpe. En otras palabras fue su fracaso, o su éxito parcial, causa a su vez del estallido de la Guerra civil y de un proceso revolucionario paralelo, lo que orientó los militares a asumir la interpretación religiosa de la contienda elaborada por los obispos (a raíz de las violentas persecuciones antirreligiosas y anticlericales) en la cual el nodo de la legitimidad teológico-moral de la sublevación cobraba un valor decisivo. Respecto al mal representado por el desorden y la laicización imperantes en la República, la sublevación militar suponía un “mal menor”. Pero una sangrienta guerra civil estallada como consecuencia del fracaso de la sublevación militar era patentemente un mal peor que el que se había pretendido enfrentar. De ahí la necesidad de cargar de un peso adicional (el complot comunista) la situación política de la República para reproporcionar la relación entre el mal y su remedio.